El techo del tren aparece tras el cristal de las vías. Más nervios. Bajo los ojos unos minutos hacia mi móvil, y cuando los levanto de nuevo, allí está, entrando en la escalera mecánica. Se le nota cansado después de un viaje tan largo, pero levanta la mirada de su maleta y sus ojos se encuentran con los míos. Poco tardamos en sonreír los dos a todo lo que nos dan las mejillas. Pero, ¿por qué esa escalera tarda tanto en bajar?
Llega al fin delante de mi, quitándose la mochila para dejar sus brazos libres, y después de tanto tiempo vuelve a rodearme con ellos, fuerte, como si no hubiese nadie más en aquel sitio. Y por fin me siento en casa.
Ha vuelto. Mi regalo favorito de este 6 de Enero.