lunes, 6 de enero de 2014

Historias de cinco minutos.

Nervios en una estación. Lo siento, soy así de tonta y me pongo nerviosa cada vez que voy a volver a verle. 
El techo del tren aparece tras el cristal de las vías. Más nervios. Bajo los ojos unos minutos hacia mi móvil, y cuando los levanto de nuevo, allí está, entrando en la escalera mecánica. Se le nota cansado después de un viaje tan largo, pero levanta la mirada de su maleta y sus ojos se encuentran con los míos. Poco tardamos en sonreír los dos a todo lo que nos dan las mejillas. Pero, ¿por qué esa escalera tarda tanto en bajar?

Llega al fin delante de mi, quitándose la mochila para dejar sus brazos libres, y después de tanto tiempo vuelve a rodearme con ellos, fuerte, como si no hubiese nadie más en aquel sitio. Y por fin me siento en casa.

Ha vuelto. Mi regalo favorito de este 6 de Enero. 

martes, 24 de diciembre de 2013

Preguntas. Demasiadas preguntas.

¿Cómo sabes que estás en el camino adecuado? ¿Has tomado las decisiones correctas?

Supongo que hay que pararse a pensar si lo que estás viviendo te hace feliz. Pero, ¿y si solo una parte de lo que estás viviendo te hace realmente feliz? Eliminar la parte "mala" implicaría sacrificar la buena también. 

¿Cuál es la solución a todo esto? No puedes amoldar toda tu vida a una sola razón. ¿O sí..?
Si encuentro la respuesta algún día, prometo compartirla. 

martes, 23 de abril de 2013

Vive la Vida. No permitas que se te escape.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu Vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesía sí puedes cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia sigue intacta. Somos seres llenos de pasión.

La Vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa.

No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores: el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye.

"Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.

Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.

Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la Vida por delante.

Vívela intensamente, sin mediocridad.

Piensa que en ti está el futuro y encara la rarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron, de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la Vida.

La sociedad de hoy somos nosotros. Los "poetas vivos".

No permitas que la Vida te pase a ti sin que la vivas.


Walt Whitman.

lunes, 22 de abril de 2013

La Boca de la Verdad.

    [...] Al final del largo pasadizo amurallado, las paredes se estrecharon aún más y el camino dio paso a unas escaleras de piedra rojiza por las que Ariadna empezó a bajar con sumo cuidado.
    Tras el encuentro con el buscador de mariposas no se había tropezado con nadie más. ¿Sería ellos dos los únicos habitantes del Laberinto? ¿Nadie más había extraviado el sentido de la vida?
    Aunque había buscado con la mirada una mariposa blanca, como le había aconsejado el explorador, no había visto ninguna. De hecho, tampoco otros pájaros había sobrevolado el Laberinto. Sólo los muros y un cielo azul que se volvía pesado e intenso como la tinta a medida que avanzaba el día.

    Por esto mismo, aquellas escaleras había dado la esperanza a Ariadna de que por fin estaba llegando a algún sitio. Sin embargo, tras bajar más de cien peldaños, se encontró en un plaza con cuatro posibles caminos que formaban una cruz.
    <<¿Y ahora qué?>>, se preguntó mientras paseaba la mirada por las diferentes alternativas. Al retroceder un paso, como si hubiera algo amenazador en aquella encrucijada, se dio cuenta de que justo debajo de su pie había una inscripción en el suelo de piedra.

Al centro del Laberinto

   Ariadna se sintió muy aliviada al ver aquello y pensó que, como en todos los laberintos, debía pasar por su centro para luego seguir y encontrar la salida. Mientras la obedecía tomando el camino a su izquierda, pensó que hallar el centro del Laberinto -dónde estaba la salida- sería coser y cantar.
    En lugar de muros ahora avanzaba entre verdes y tupidos cipreses que desprendían un intenso olor campestre. Por unos momentos, sintió el deseo de cantar a todo pulmón, como cuando era niña. Pero cuando estaba a punto de hacerlo, algo la detuvo. 
    El camino terminaba en una enorme puerta de madera con una máscara de bronce en el centro.

   Contrariada por este obstáculo, Ariadna empujó la puerta para ver si cedía. Pero estaba firme como los muros entro los que había despertado aquella mañana.Al volver a empujar el portón, esta vez con rabia, una voz espectral dijo:

    -¡Está cerrada!

    Ariadna se giró asustada para ver quién había hablado. Pero se hallaba sola. Tras mirar a su alrededor una vez más, finalmente devolvió la mirada a la puerta y a la máscara de bronce, un relieve que representaba un hombre barbudo que tenía los ojos y la boca huecos.
    La voz había salido de allí.

    Recordó haber leído que en Roma había una máscara como aquella. Era de mármol y se llamaba la Boca de la Verdad. Según la tradición, quien metía la mano en la boca y era un mentiroso era mordido por la máscara.
    Se acordaba de ella por una anécdota que había leído en un libro sobre la sociedad romana. Un hombre que dudaba de la fidelidad de su esposa decidió llevarla ante el juicio de la Boca de la Verdad. Como ella tenía mucho miedo de recibir un mordisco, pidió a su amante que estuviera allí cerca por si tenía que rescatarla.

    Cuando estaba a punto de introducir la mano en la boca, súbitamente la mujer infiel fingió un desmayo y su amante, que se paseaba por allí con disimulo, corrió a tomarla en brazos antes de que cayera al suelo.
    Ante la sorpresa del marido, al meter finalmente la mano en la boca, la mujer dijo: <<Juro que solo he estado en brazos de mi marido y de este hombre que me acaba de recoger>>. Y así, diciendo la verdad, se salvó del mordisco.

    -¿A qué esperas? -dijo impaciente una voz que surgía de la máscara.
    
    Al oír esto, Ariadna introdujo la mano en la boca, con la tranquilidad de que nunca había dicho una mentira en su vida.

    -¡Saca la mano de ahí! -protestó la máscara-. ¿Qué te has creído?

    -Suponía que debía superar la prueba de la verdad -se disculpó ella.

    -Antes de suponer, lee lo que pone en esta puerta si es que aspiras a cruzarla. 

    Desconcertada, Ariadna levantó la mirada y vio que, efectivamente, por encima de la boca había un travesaño con una inscripción que rezaba:

¿Quién eres?

    Aquella era la pregunta que debía responder para pasar al otro lado y proseguir su camino. Tranquilizada por la sencillez de la pregunta, se limitó a contestar:

    -Soy Ariadna.

   -¡No! -repuso la máscara-. No te he preguntado tu nombre. Yo te pregunto QUIÉN ERES.

    -Soy una mujer de 33 años que se ha perdido en el Laberinto de la Felicidad.

    -¡No es suficiente! Miles de humanos, entre ellos otras mujeres de tu misma edad se han perdido en este Laberinto. Muchos ni siquiera han logrado salir y han muerto de viejos entre estos muros. ¿QUIÉN ERES TÚ? -bramó la voz.

    Ariadna se quedó muda. No esperaba que aquella pregunta aparentemente sencilla tuviera una respuesta, la máscara de la puerta empezó a increparla así:

    -¿Eres una criadora de dudas? ¿Te dedicas a negar lo que otros afirman? ¿Eres ave de mal agüero? ¿Eres ilusa, desconfiada, escéptica?

    Ariadna recordó entonces cuando era muy pequeña y se metían con ella. En esos casos siempre se había rebelado. ¿Dónde había ido a parar esa fuerza interior?

    -¡Cállate! -saltó ante la palabrería de la máscara-. ¡Soy lo que yo decida ser!

    Y, al decir esto, la puerta se abrió suavemente.


Extracto de "El Laberinto de la Felicidad" 
de Álex Rovira y Francesc Miralles.

Comenzamos.

¡Decidido! Blog abierto. 

No sé aún si lo podré mantener al día o si tendré tiempo para ir actualizándolo, pero hoy por hoy me ha apetecido abrirlo. 
Pretendo utilizarlo como medio de transfusión de ideas. Mi cabeza es algo laberíntica (supongo que me viene de serie con mi nombre; gracias papás), y necesitaba un sitio en el que descargar ideas y pensamientos. 

Espero no aburrir con mis chorradas y que lo comparta aquí sirva a otros en su día a día.

De momento, pensando cual será mi primera entrada real. 


Nos vemos por estos mundos. ¡NOD! :)